jueves, 19 de febrero de 2009

LAS SOLUCIONES QUE APORTARÁ LA CRISIS

Los momentos de crisis han sido siempre momento de grandes oportunidades de cambio.
Es lógico que quienes ven peligrar sus privilegios se enfrenten a la crisis con temor y a la defensiva, y que intenten organizar en su defensa cuantos instrumentos bélicos tengan a su alcance.
Así ha sido, así es y así será.
Sin embargo de todas las crisis, especialmente de las más importantes, la humanidad siempre ha salido regenerada.
Y no creo que ésta sea una excepción.
Después de esta crisis las relaciones de poder a escala planetaria no serán las mismas.
Las relaciones norte/sur van a cambiar.
La pérdida de credibilidad de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que han sido los instrumentos de dominio y sumisión de las potencias imperialistas sobre el llamado tercer y cuarto mundo, obligarán a un replanteo en profundidad de dichos organismos y de las políticas que no sólo no han impedido la actual situación de crisis global y profunda, sino que han sido las causantes de la misma.
La expoliación de las riquezas naturales y productivas de esos países ya no podrá contar con la cobertura política, y pseudo-intelectual de dichas instituciones, que se verán obligadas a modificar, no sólo su lenguaje, sino su orientación ideológica.
Las fuertes tensiones sociales que se van a desencadenar en todas las potencias del primer mundo obligarán a los gobiernos a buscar soluciones contrarias a las antiguas políticas neoliberales, para evitar la toma del poder de movimientos neo-facistas, que con toda seguridad van a renacer y que contarán con fuerte apoyo del lumpen, de los marginados y de la juventud excluida totalmente del sistema.
Por contra es previsible suponer que frente a la fuerte crisis renacerán los viejos valores de la solidaridad, la austeridad y la búsqueda de nuevas formas organizativas y de afrontar el futuro.

El papel que las capas más desfavorecidas, las que concentran las mayores carencias de todo orden, las que menos tienen, las que no tienen nada que perder, y todo por ganar, serán sin duda el motor que movilizará el proceso de cambio.

Analizando la historia, siempre ha sido así.

Las capas más acomodadas de la población se corrompen, pierden las referencias que les llevaron a su posición de dominio, y se ven desalojadas por las capas de población desposeidas, que aportan nuevos aires, nuevas ilusiones, nuevos bríos al desarrollo de la humanidad.

En este sentido las poblaciones indígenas del cono sur es previsible que jueguen un papel crucial en el nuevo marco de relaciones organizativas, lo mismo que el mundo musulmán.

Sin duda ambos colectivos encierran un potencial de desarrollo impresionante, y que contrasta con el adocenamiento de las sociedades occidentales, carentes de referentes tanto sociales, como económicos y morales.

De las ruinas del imperio romano cuya base era el esclavismo, derribado por las hordas bárbaras que se armaron con la fuerza moral del cristianismo, nacieron los reinos feudales, en los que se produjo un proceso parcial de liberación del hombre con el consiguiente y paulatino desarrollo económico que culminó en el esplendor del Renacimiento en el que se fue larvando la liberación individual del hombre que culminaría en la liberación burguesa.

Las hordas bárbaras que van a arrasar previsiblemente al imperio occidental basado en el capitalismo, son a mi juicio esos dos pueblos, el indígena, especialmente el suramericano, y el musulmán.

La relación alienadora del capital sobre el trabajo se verá superada por otro tipo de relación que aún está por definirse.

Igual que la relación amo/esclavo dió paso a la relación señor/siervo, y ésta a su vez se vió superada por la del capitalista/trabajador, ésta saltará por los aires y dará paso a un nuevo tipo de relación social que está todavía por descubrir.

Posiblemente esa nueva estructuración social rompa el actual callejón sin salida a que nos ha llevado el capitalismo: el crecimiento exponencial al infinito, la desigualdad extrema entre los habitantes de los distintos países y en el interior de cada país, el agotamiento de las fuentes energéticas y la destrucción del medio ambiente hasta límites que comprometen la supervivencia de la especie.

Todas esas contradicciones, todas esos problemas, todas esas limitaciones tienen que saltar por los aires en la nueva conformación social.

Es difícil imaginar como se estructurará esa nueva sociedad.

Es más fácil imaginar como NO se estructurará.

Está claro que será una estructura social diferente y superior, y está asimismo muy claro que deberá dar soluciones concretas al absurdo crecimiento al infinito, a las escalofriantes desigualdades actuales, al agotamiento de las fuentes energéticas y a la destrucción del medio ambiente.

¿Cómo?

Eso lo iremos viendo a medida que avanza la historia. Y todos contribuiremos a definirlo. O dinamizando el proceso o tratando infructuosamente de detenerlo.

O al lado de Odoacro, o al lado de Rómulo Augústulo.

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